De puño y letra de los protagonistas
Jugador del Liceo de Paraíso narra su experiencia en El Salvador, al ganar el campeonato
Por: Johel Solano Castillo
Culminamos un proceso largo. Recogemos un fruto que costó cautivarlo y dejamos a Costa Rica en alto, gracias a Dios.
Salimos a la 1:30 a.m. del parque de Paraíso. Desde ese momento, esa fría madruga del martes, teníamos un peso enorme en la espalda. Cuando nuestros familiares nos dejaron, sentimos una responsabilidad de hacer historia, de hacer las cosas bien.
“Que Dios los acompañe” nos decían nuestros padres, pues todo iba a salir bien. Yo sentía una emoción que no se puede describir. Era como una obligación, quería devolverles un poco de todo lo que han hecho por nosotros. Cuando llegamos al aeropuerto la ansiedad se apoderó de nosotros. Ver esos aviones tan grandes, era la primera vez que nos subíamos.
El grupo siempre estaba unido… más que todo por seguridad (sonrisas)… El papeleo de migración se nos hizo eterno, fue demasiado largo. Cuando nos revisaban las maletas, me devolvieron como tres veces porque no me quité los zapatos, luego fue una gorra y todo era algo nuevo para mí. En el avión me tocó atrás en la cola, en la última fila de asientos. Tenía inseguridad, pero es como ir en una montaña rusa. Me gustó.
En El Salvador, encontrar la bandera de Costa Rica te motiva y te pone los pies en el suelo. Teníamos que darlo todo, ya no estábamos allá y había que dejar en alto nuestro país.
En el primer partido nos desconcentramos. La cancha era enorme y no hicimos lo que sabemos hacer. Panamá nos contragolpeó bien y perdimos 9-8, entramos muy confiados. Reaccionamos muy tarde y fue como una cachetada. Pero, nada estaba perdido solo fue un paso en falso y ya en la tarde teníamos el otro partido.
Vimos que era algo muy serio y el compromiso se hizo más grande. Nos hirvió la sangre. Gracias a Dios los resultados se dieron. El torneo era muy parejo, dependíamos del partido entre Guatemala y Panamá para ganar el oro. Nuestro objetivo era ganar una medalla, y no creo que haya sido cuestión de suerte.
Faltaban 20 segundos para ganar la presea de oro, pero nada estaba seguro. Ya en la última jugada empezamos a cantar el “oe oe Ticos Ticos”. Celebramos pensando en nuestras familas, nuestros amigos hasta en los rivales nacionales. Teníamos que corresponderles y lo logramos.
Extrañaré las popusas (risas), pero hicimos nuevas amistades y cumplí un sueño de ponerme la camisa con la bandera de Costa Rica es todo un orgullo. Usar la camiseta de la “sele” es lo mejor.
De regreso a Costa Rica nos recibieron con bombas y tambores. Esperábamos solo a los familiares, pero era ese montón de gente armaron una fiesta hasta enojaron a los policías. Salimos con unas camisetas de campeones y les entregamos el título porque es de ustedes paraiseños.